Tus faltas de ortografía hacen llorar al Niño Dios

ESTOY MALDITA. La cosa fue así:

El día que vine al mundo una deidad maligna se apareció a los pies de mi cuna y dijo:

YO TE MALDIGO a sufrir por toda la eternidad el mal de la extrema corrección ortográfica. Incordiarás eternamente a tus seres queridos ante una be en lugar de uve. Te desenamorarás de hombres de buen corazón en el instante en el que descubras que escriben sin tildes, tu alma de mierda no encontrará compasión ninguna ante un inocente y gracioso “girafa”, y no podrás vencer la tentación de corregir a la gente con una sonrisa de suficiencia, llegando en ocasiones a vejarles públicamente en las redes sociales (que son algo que ahora, en 1984, aún no se sabe muy bien qué es, pero ya verás, ya). Tus propios amigos se angustiarán cada vez que tengan que escribirte un mail por terror a fallar.  Terminarás muriendo sola, con el corazón negro, podrido de tildes, y una pizza barbacoa fría en el regazo. Y, aun sabiendo tu terrible destino, NO PODRÁS ESCAPAR DE ESTA MISIÓN QUE TE HA SIDO ENCOMENDADA.

Y desapareció haciendo bomba de humo negro, dejando tufazo a azufre.

Ya, ya, amor mío, ¿pero estás seguro de que después de DELICIOSA va punto y coma?

Últimamente noto con más fuerza que nunca la llamada de LA MISIÓN. La deidad maligna se revuelve en su cielo ortográfico y pedante, y me grita «¡MÁS!».

Yo lloro y le suplico:

¿No tienes suficiente con que el otro día obedeciese tus órdenes y escribiese un mail conjunto a todos los concursos literarios de España que se hacían llamar «Concursos de MICRORELATOS» para aclararles que se escribe MICRORRELATOS, con dos erres?

El demonio ruge: ¡NO! ¡MÁS!

Yo sigo implorando:

El otro día, en la fiesta aquella, estuve veinte minutos explicándole a unos jovenzuelos hastiados lo que significaban «beldad» y la expresión «otra que tal baila». ¿No vale con eso?

El Maligno me chilla, se retuerce: ¡TIENES QUE SEGUIR! ¡MÁS INSISTENCIA! ¡MÁS!

Yo derramo lágrimas, caigo de rodillas y me rasgo las vestiduras. Al ver mi propio cuerpo desnudo, se me ocurre una idea. Seco mis mejillas. Voy a terminar con este infierno, y voy a salir victoriosa. Conseguiré que la maldición me abandone. Recuperaré a aquellos amigos a los que tanto humillé por un punto y coma fuera de lugar.  Iniciaré una cruzada por la ortografía y las buenas palabras, utilizando como vehículo aquello que, a raíz de las búsquedas del blog, he descubierto que más pasiones levanta y más cerebros arrastra por los barrancos de la vida: el sexo. Y aquí tienen ustedes el inicio de mi verdadera misión, la que evangelizará a los huérfanos de la tilde, a los desamparados de la coma, a los pobres desgraciados del DIJISTES:

Continuaré hasta el final, no pararé hasta que el Maligno me deje en paz. Si veo que mis esfuerzos son en vano, empezará el destape y me veré en la obligación de lanzarme a dibujar sexo entre humanos y jabalíes (jabalíes con reglas ortográficas pintadas en el lomo) y orificios corporales desgarrados (en cuyas cascadas de sangre correspondientes escribiré cuándo debe usarse diéresis y cuándo no) , imágenes que despierten el interés de hasta el último depravado ortográficamente incorrecto del planeta. Lo que sea con tal de llegar a buen puerto con la misión que me ha sido encomendada. Amén.